Este domingo he leído un artículo sobre las universitarias en Gaza.
Todo un mundo, casi, desconocido para mí.
En Gaza, esa prisión de apenas 367 kilometros cuadrados, y donde la mayoria de sus habitantes no han pisado,en su vida, otro suelo, existen tres universidades; entre ellas la Universidad Islámica.
Universidad dirigida por fundamentalistas, anclada en los preceptos del Corán, con separación de sexos en las aulas, donde las mujeres deben acudir cubiertas con el yilbab, -la marca de la religión impregna esta sociedad donde hace, casi, 30 décadas las mujeres vestían camisetas de tirantes y causaba sorpresa ver a una mujer con velo-.
Me parece intersante destacar que el componente ideológico es clave: los alumnxs deben aprobar tres asignaturas obligatorias en 4 años: El Corán, La Interpretación y Los Comentarios del Profeta.
El porcentaje de mujeres universitarias es alto, 58%.
Estas mujeres serán parte del centro cultural y profesional futuro.
Entre estas mujeres existe una discusión "sobre la identidad árabe y musulmana, sobre la necesidad de mostrar fortaleza y determinación en la defensa de su cultura" frente a una cultura occidental que les ha negado su ayuda social e internacional, que les ha olvidado.
Identidad que se refuerza con el uso del velo. Con el refuerzo a los preceptos del Corán como diferencia substancial con el mundo occidental. Así, por las calles cisjordanas, gobernadas por el partido laico Al Fatah ya no se ven cabellos de mujer.
No se pueden olvidar, tampoco, las condiciones insalubres en las que viven -muchas de las alumnas proceden de campos de refugiados superpoblados- condiciones que se convierten en el caldo de cultivo imprescindible para el renacimiento de una fe fanática -"la gente empieza a rezar cuando ve la muerte cerca, y aqui los israelíes colaboran demasiado"-.
Creo en la fuerza de estas mujeres. Inmersas en un regimen islámico fundamentalista por la coyuntura bélica, de represión e injusticia que les rodea. Condenadxs al ostracismo internacional. Son conscientes del lugar que les marca una religión castrante. Conscientes de que el cambio sólo puede hacerse desde dentro.
Y desde dentro se están preparando. Están utilizando las herramientas que les constriñen para cambiarlas. Sus hijas no heredarán el mismo yugo, estoy segura.
Todo un mundo, casi, desconocido para mí.
En Gaza, esa prisión de apenas 367 kilometros cuadrados, y donde la mayoria de sus habitantes no han pisado,en su vida, otro suelo, existen tres universidades; entre ellas la Universidad Islámica.
Universidad dirigida por fundamentalistas, anclada en los preceptos del Corán, con separación de sexos en las aulas, donde las mujeres deben acudir cubiertas con el yilbab, -la marca de la religión impregna esta sociedad donde hace, casi, 30 décadas las mujeres vestían camisetas de tirantes y causaba sorpresa ver a una mujer con velo-.
Me parece intersante destacar que el componente ideológico es clave: los alumnxs deben aprobar tres asignaturas obligatorias en 4 años: El Corán, La Interpretación y Los Comentarios del Profeta.
El porcentaje de mujeres universitarias es alto, 58%.
Estas mujeres serán parte del centro cultural y profesional futuro.
Entre estas mujeres existe una discusión "sobre la identidad árabe y musulmana, sobre la necesidad de mostrar fortaleza y determinación en la defensa de su cultura" frente a una cultura occidental que les ha negado su ayuda social e internacional, que les ha olvidado.
Identidad que se refuerza con el uso del velo. Con el refuerzo a los preceptos del Corán como diferencia substancial con el mundo occidental. Así, por las calles cisjordanas, gobernadas por el partido laico Al Fatah ya no se ven cabellos de mujer.
No se pueden olvidar, tampoco, las condiciones insalubres en las que viven -muchas de las alumnas proceden de campos de refugiados superpoblados- condiciones que se convierten en el caldo de cultivo imprescindible para el renacimiento de una fe fanática -"la gente empieza a rezar cuando ve la muerte cerca, y aqui los israelíes colaboran demasiado"-.
Creo en la fuerza de estas mujeres. Inmersas en un regimen islámico fundamentalista por la coyuntura bélica, de represión e injusticia que les rodea. Condenadxs al ostracismo internacional. Son conscientes del lugar que les marca una religión castrante. Conscientes de que el cambio sólo puede hacerse desde dentro.
Y desde dentro se están preparando. Están utilizando las herramientas que les constriñen para cambiarlas. Sus hijas no heredarán el mismo yugo, estoy segura.