Leo en el periódico a las 8:00am: "En Andorra no se les permite donar sangre a los gays"
Levanto la mirada, buscando la sorpresa en las caras sobadas frente a mí... Nada.
Mi primera pregunta: y las bolleras... Ah! que no existimos, que no follamos, y por lo tanto, no tenemos prácticas de riesgo... Ni posibilidad de pillar SIDA, Sifilis, Gonorrea... y una largo y triste etc. Fijate.
No es que quiera que me prohiban donar sangre, ni por bollera, ni por maricón. Esta medida sobrepasa el absurdo. Por supuesto. Pero, me jode, una vez más la invisibilidad bollera.
Los gobernantes de Andorra siguen con esa idea que da miedo.
Los gays no regalan vida... Regalan muerte.
Humillante.