miércoles, 29 de octubre de 2008

Always Be a Supplicant





Así empieza Mad Men (Maddison´s Men): Una mujer es contratada para trabajar como secretaria en una agencia de publicidad de Nueva York. Otra mujer le guía en lo que será su nuevo trabajo, enumerando cómo debe comportarse con su jefe:
"Nunca seas brusca ni sarcástica. No grites. Y sé siempre obediente".
Son los años 60. Estados Unidos vive inmerso en el hetero-capitalismo donde el consumismo es uno de los ejes de su economía.
La función de los hombres en esta serie:
Crear necesidades, mostrar a la sociedad las directrices del estilo heteronormativo de vida americano, hacer que ésta las quiera interiorizar en sus hábitos.

Las mujeres tienen tres funciones bien distintas:
Ser las esposas de estos hombres y madres de sus hijos. Ser sus trabajadoras y por tanto, ser objeto de su acoso y sus vejaciones. O ser sus amantes.

Hombres y mujeres aplastados por roles impuestos desde la publicidad.
La publicidad marcará sus deseos. Les encasillará.

Este es el universo que recrea Mad Men.
Apesta.
Pero, si insistes en verla, la atmósfera en la que viven estos personajes te va ahogando poco a poco, como lo hace con ellos.
Personajes inmersos en los estereotipos de una época, con roles tan asumidos, que no pueden revelarse contra su destino. Perfectas piezas del engranaje del sistema. Hormigas siguiendo el sendero marcado, construyendo sus hormigueros. Sufriendo. Con deseos inconscientes de escapar de él. Víctimas de sus propias frustraciones.

Esta es la sociedad de hace 40 años. Esta es la sociedad que hemos heredado. Y aunque, algo ha cambiado, todavía, al encender la televisión y dejar que la publicidad del sistema intente invadir nuestras mentes, contemplo los mismos mensajes machistas, patriarcales, sexistas... que tratan de guiarnos por el sendero que "los ellos"-como diría El Eternauta-, los hombres que dirigen el mundo, han diseñado para que nada cambie.

Pues lo vamos a cambiar.
Cueste lo que cueste.