Estamos en la era de la tecnología.
Lo manual ha pasado de moda.
Y no me había dado cuenta de ello, a pesar de mi móvil, mi cámara digital que hace ya tiempo que sustituyó a mi reflex de toda la vida, mi ipod “nano” y “touch”, mi portátil, los mac que me rodean, el photoshop, el GPS, los ordenadores de “a bordo” de los coches último modelo, el poder hablar con mi hermana desde tan lejos y ser capaz de verla cómo hace un té, se lo bebe y se fuma un cigarro, al mismo tiempo que nos reímos como si pudiésemos tocarnos.
Pero no podemos, la tecnología como la ciencia tienen sus límites.
No, no me había dado cuenta de ello. He empezado a ser consciente cuando este finde – que ha estado de arte en Gasteiz- he ido a hacerme una paja, y me he dado cuenta de que automáticamente lo que mis dedos buscaban no era mi clítoris.
Viajaban a toda velocidad al cajón donde guardo mi vibrador. Sin éxito. Estaba en Bilbao. De nuevo a los métodos arcaicos...
Pero, en esto...no va a ganar el plástico. Voy a reeducarme. Voy a de-construirme para que mis yemas no se olviden de su función principal: dar inmenso placer.