Reivindicar mi masculinidad construída, mi manera de sentarme ocupando todo el espacio posible en el tren.
De pelearme con los machirulos que se sientan a mi lado hasta que la que me hago con parte de su comodidad soy yo –sobra decir que en ese momento la complacencia más absoluta toma mi cara y se transforma en una sonrisa victoriosa-.
Y me siento poderosa, con mis piernas cruzadas “a lo chico” –como bien me enseño mi abuela-. Y llegar a currar, y ocho horas después a mi casa con la sensación de haber ganado una pequeña batalla más.
NO PODREIS CON MI ESPACIO EN EUSKOTREN!!!!!
GORA EMAKUMEAREN BORROKA!!!